lunes, 23 de mayo de 2016

IBIS BONAIRE (VALENCIA)

 
IBIS BONAIRE (**)
Autovía A3 Km 345
Centro Comercial Bonaire
46.960 Aldaia (Valencia)


Habitación: 120
Fecha de entrada: 11/05/2016
Tarifa: 57€ (AD)

A pie de A3, junto al aeropuerto y en medio de un inmenso parque comercial y de ocio, compartiendo parcela con un gigantesco hotel independiente y con un Holiday Inn encontramos este hotel de la bandera económica del grupo Accor. Un cubo moderno, en color gris, con largos ventanales y emblemas en rojo rodeado de una zona verjada que hace las veces de parking y pequeño jardín. Tanto de día como de noche la puerta de acceso al recinto permanece cerrada, lo que da sensación de seguridad en un entorno que especialmente de noche parece algo inhóspito. 


Entre dos puertas correderas encontramos varios carritos maleteros de esos de aeropuerto y accedemos a la recepción. En realidad es una única estancia, bastante bien iluminada gracias a los enormes ventanales de dos de sus paredes. Mármol marrón en el suelo, techos blancos con luces algo frías. En esa estancia, como decimos, se encuentra, a la izquierda de la entrada un pequeño business center con un ordenador, unos cuantos expositores con folletos del hotel y la cadena, una pequeña zona con sofás para esperar a algún cliente alojado y justo frente a la puerta el mostrador de recepción. Poderoso, de madera clara, curvo con dos puestos de trabajo que enlaza con la barra del bar que se abre allí mismo y que ocupa el resto de la estancia. Un puñado de mesas algo desordenadas con sillas de distintas formas y colores. Es bar 24 horas y es el espacio en el que se sirve el desayuno por la mañana. Una pizarra puesta en el suelo nos lo recuerda.

Tras el mostrador el proceso es tedioso. La empleada tiene serios problemas con el idioma y pese a ser Gold de la cadena nos vuelve a pedir todos los datos de filiación, tarjeta de crédito... Nos ofrece la posibilidad de pagar en ese momento, y visto lo tedioso y lento del asunto aceptamos. Así nos ahorraremos salir con prisa en el madrugón del día siguiente. Por fin nos entrega la llave con unos cuantos papeles más, que ni siquiera leemos y la clave del wifi que es gratuito en todo el hotel y bastante veloz. 

A la izquierda del mostrador encontramos el ascensor. Junto a él hay un pasillo que lleva a los baños y una máquina para limpiar los zapatos. El ascensor es algo oscuro. Tiene espejos ahumados y el suelo es de porcelana gris casi negra. Moderno. Nos sitúa en el primer paso en un pasillo en forma de L con moqueta entre verde y azul. Algunas macetas de flores artificiales, y paredes en blanco. Las puertas de las habitaciones y sus marcos, en un azul verdoso muy claro. La nuestra está allí mismo y toda la puerta está ocupada con un enorme anuncio de unos descuentos en la tarifa del hotel si uno se da de alta como empresa.

La puerta, pesada, se abre a la segunda, porque la manivela parece que no termina de funcionar bien. Dentro la sensación es un poco oscura y sobre todo es de aprovechamiento del espacio hasta el límite. Moqueta marrón oscuro algo deteriorada en el suelo. Paredes blancas. El escaso mobiliario, marrón claro. Algunos toques verdosos en las lámparas de las mesillas, en la lámpara que hay en una de las paredes y en un pequeño detalle del cabecero de la cama. 

No hay rendija para tener que meter la tarjeta de la habitación para conectar la luz, sino que esta se enciende directamente con el interruptor. A la izquierda de la puerta, una pared curva de fibra de vidrio en color madera es la pared del baño, que ocupa una pieza entera sobreelevada, prefabricada e incrustada en el espacio de la habitación.

Allí mismo encontramos la cama, blanca con tres almohadas generosas. Grande para ser individual, quizá algo pequeña para doble. Grueso canapé negro sobre el que descansa un colchón fino. Correcta, sin más. Vestida con una limpia y suave lencería blanca. El descanso es agradable, aunque quizá las almohadas sean demasiado gruesas -para gustos los colores-. La oscuridad se consigue si no nos olvidamos de bajar unos estores que están anclados al cristal de las ventanas. La insonorización exterior es correcta, también es cierto que el entorno, de noche, está desierto. La interior podría ser mejor porque se escuchan los movimientos en las habitaciones contiguas y las voces en el pasillo. 

A los pies de la cama hay un espejo estrecho y alto y junto a ella hay dos mesillas generosas en color blanco. En una de ellas dos enchufes e interruptores para apagar las pocas luces que hay en la habitación. Sobre las mesillas dos lámparas, bastante feas, en tonos verdosos que ofrecen dos potencias de iluminación. Con estas luces podemos llegar a crear un cierto tono acogedor en la estancia. El aire acondicionado se maneja desde un sencillo display con rueda, que es automático. Bastante silencioso. Incluso para dormir con él encendido en su potencia más baja. 

Al otro lado de la cama hay un armario que forma un único cuerpo que hace las veces de escritorio, cama supletoria (oculta), armario ropero y armario en el que se sitúa una televisión de las de antes (con culo). La mesa es incómoda para trabajar porque apenas hay espacio para meter las piernas debajo. La silla, plegable, es infernal aunque hay enchufes para conectar nuestros artilugios (los de la mesilla cercana). Al no haber maletero tenemos que usar la mesa como tal. El armario es un generoso espacio desaprovechado con una zona de profundos estantes a los que casi no se tiene acceso y una barra colgadora con unas cuantas perchas de las normales en plástico blanco. 


Todo esto queda situado justo debajo de la ventana que aparece cubierta con un foscurit verde metalizado. Detrás de él una gran ventana de apertura muy limitada con vistas a una pared de metal situada a menos de un metro de nosotros. Terrible. Posiblemente sea el recubrimiento de algunas máquinas e instalaciones del hotel porque a veces se escucha un cierto zumbido que proviene de allí.


El baño es un único cuerpo de fibra de vidrio blanca. Para acceder a él hay que subir un escalón (por debajo deben ir las tuberías e instalaciones). Todo da la sensación de ser de plástico. El lavabo, de color verdoso y grifo de plástico que imita al metal. Un enorme espejo con una pegatina de ofertas del hotel y dos lamparas a cada lado. Las amenities se ven reducidas a sendos botes anclados a la pared (del lavabo y de la ducha) con jabón. Además hay varios vasos de plástico y un secador de pelo de escasa potencia. Tres toallas de bañera y un pie de ducha componen el set de lencería. Algo justitas de calidad y con bastante uso. Eso sí, impecablemente limpias. 

Pegado al lavabo está el inodoro y allí mismo un rincón que acoge una ducha tras dos puertas de plástico transparente. La presión, el caudal y la temperatura son perfectas. Tanto en la ducha como en el lavabo. La iluminación del espacio algo fría y desde que se enciende la luz no deja de sonar un molesto extractor de humos, olores, humedad...

Por la mañana el desayuno sería completamente prescindible, de no ser porque allí cerca no hay otra opción. En la barra del bar se ofrece una especie de selfservice con bandeja: zumos, y aguas, tortilla de patata precocinada, jamón serrano, york, pavo, queso semicurado, algo de fruta, pan, croissants y un bizcocho, cereales y café más que correcto. Todo autoservicio. Nos llama la atención que en la maquina de café haya vasos de cartón y tapas para llevarnos el café fuera. el restaurante.

Pasamos por recepción para decir que nos vamos. Pero podíamos no haber pasado.

Calidad/precio: 7
Servicio: 5
Ambiente: 5
Habitación: 6.5

Baño: 6.5
Estado de conservación: 6

Desayuno: 4
Valoración General: 6

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