miércoles, 18 de febrero de 2015

SERCOTEL LOS LLANOS (ALBACETE)


SERCOTEL LOS LLANOS (****)
Avenida de España 9
02002 Albacete
Teléfono: 967.223.750
Habitación: 104
Fecha de Entrada: 17/2/2015
Tarifa: ?€ (Alojamiento y desayuno) 

En una de las arterias principales de la ciudad, sobre el frondoso parque de Abelardo Sánchez, a un paso de la zona de expansión de Albacete y a otro del casco histórico y comercial Sercotel abandera este hotel en un amplio edificio de ladrillo rojo con grandes terrazas que hace esquina. Tras la puerta automática de la recepción el espacio es muy luminoso. No en vano todo él se encuentra acristalado de suelo a techo y la anchura de la calle llena de luz la acogida. A la izquierda unos sofás para la tertulia y la espera, y un poco más adelante el mostrador de recepción. Imponente, separador y con una gruesa columna. Se ilumina por tres lámparas colgantes y decora su frontal con motivos vegetales. Un poco más adelante unas escaleras suben a los salones y justo detrás encontramos los ascensores.  

La atención tras él es correcta. Sin más. 0 emoción. Los datos, una vez más, el DNI, aquí tiene la llave, el desayuno es de 7 a 10 y el wifi tiene esta clave. Poco más. Lástima desaprovechar un momento que incluso pudiera justificar en un futuro el puesto de trabajo de recepcionista. Máxime cuando algunas cadenas ya optan por sustituir al "entregallaves" por un "entregallaves automático". 

El ascensor, bien iluminado y con carteles de los servicios del hotel nos conduce a nuestra planta. Los pasillos son amplísimos. Moqueta azul oscura a tramos un poco envejecida, paredes color arena y luces tenues. Sensación de anchura. Las puertas oscuras de las habitaciones son anchas y dan sensación de poderosas. Junto a ellas un curioso display indica si la habitación está ocupada, si tiene el "no molestar" activado... Una tarjeta con chip electrónico sirve para abrir la puerta.

Tras ella, suelo de madera muy limpio y bien cuidado. Un pasillo nos ofrece a la izquierda la puerta corredera del baño y a la derecha las puertas correderas del armario. Enorme, con cajonera, barra colgadora y una balda alta, demasiado alta, que evidencia que el equipo de limpieza es de talla estándar. Un paso más adelante, el dormitorio. Hace frío, así que encendemos el ruidoso aire acondicionado que permite seleccionar tres potencias (a cual más ruidosa) y la temperatura del aire. Pese al ruido cuesta caldear el espacio. 

Del dormitorio destaca la enorme cama, vestida con una sábana, una manta y una cubierta marrón oscuro que pide guerra en la lavandería. Dos almohadas y dos cuadrantes blancos completan el equipo de descanso. Agradable. Cómodo. Sin más. A ambos lados de la cama mesillas de madera y cristal con interruptores para todas las luces, pero sin enchufes para los aparatos electrónicos. Junto a la cama hay una butaca con una mesa de centro redonda y tras ella una lámpara de pie. Hemos de desenchufar esta para poder poner el móvil a cargar. El cabecero de la cama, de madera oscura, cubre también la zona de las mesillas y en él se presentan dos lámparas de noche con sus respectivas lámparas de lectura. 

La insonorización exterior es mejorable. Suerte que la vía es tranquila durante la noche, aunque no así a primera hora del día que empieza a soportar fuerte tráfico. La insonorización interior es adecuada. El foscurit no termina de cubrir totalmente el enorme ventanal, que con acceso a una amplia terraza, ocupa toda la pared del fondo de la habitación, por lo que la luz entra por la mañana por los laterales. Pero el gran problema es el ruido del aire acondicionado. Sin él, la temperatura baja demasiado, y con él, el ruido molesta demasiado.

A los pies de la cama hay un largo escritorio con una mesa de trabajo. No fuimos capaces de encontrar el enchufe para el ordenador. Es posible que lo hubiera, pero no lo encontramos. En la mesa, una pantalla de plasma y bajo ella el minibar. A continuación de la mesa cuelga de la pared un espejo y a sus pies encontramos un amplio maletero. El wifi, gratuito, funciona correctamente, aunque da la sensación de que cuando hay demasiada gente conectada, corta la conexión para unos segundos después volverse a conectar.

Al baño se accede a través de una enorme puerta corredera, que corre con dificultad por su guía. Es liviana, pero se atasca demasiado y sobre todo chirría en exceso. El baño es moderno, de cerámica y mármol en tonos arena. Pero terriblemente frío tanto de temperatura como de ambiente. No hay radiador, ni luz de calor, ni llega el aire acondicionado. Las luces son frías, impersonales, como de hospital. El lavabo es nuevo, con una amplia encimera y con una buena presión y caudal. Inodoro y bidet, igualmente correctos, y una bañera con una mampara de cristal completan el equipo.

La bañera dispone de una ducha de teléfono a la que le falta un puntito de caudal y de presión. La temperatura es difícil de regular. O quema mucho, o está demasiado fría. El surtido de amenities, con el logo rojo del hotel, es bastante completo: lustrazapatos, jabón, gorro de ducha, un peine, dos geles, dos champús. Correctos en calidad y presentación. La lencería de baño es muy abundante aunque de calidad pasable. Dos toallas de mano, y dos grandes de baño, con los logotipos de la cadena.

Por la mañana, el desayuno ofrece un cortito surtido de productos fríos (embutidos, quesos, yogures) y calientes (huevos, bacon). Zumos, aguas y una mesa con pan y bollería de apreciable factura. Lástima que el café que nos sirve el camarero no sea comparable a la atención y simpatía de este.

En la recepción, para la salida, el trato es sumamente correcto, cariñoso y cordial. Se preocupan por nuestro descanso y nuestro viaje, y nos explican que está el hotel completo con militares que participan en unas maniobras de la OTAN.

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Habitación: 7
Baño: 6
Estado de conservación: 8
Valoración general: 7

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