lunes, 17 de octubre de 2016

IBIS VALENCIA ALFAFAR (VALENCIA)

IBIS VALENCIA ALFAFAR (*)
Alcalde José Puertes s/n
46.910 Alfafar (Valencia)

Habitación: 234
Fecha de entrada: 29/09/2016
Tarifa: 55€ (AD)

A pie de la carretera de Alicante, en medio de un inmenso parque comercial y de ocio, rodeado de restaurantes de comida rápida, autovías, autopistas y baypasses, encontramos otro hotel económico de la cadena francesa Accor. Un exterior bastante prefabricado, similar a otros hoteles de la cadena: planta baja más dos en un par de cubos a distintas alturas con una zona más baja en la que se encuentra la recepción/cafetería/restaurantes... Paredes rosadas y unos cuantos logos en rojo, rodeado de una pequeña zona más de aparcamiento que de jardín. Llegamos tarde y el aparcamiento está lleno de vehículos. La sensación del entorno es tranquila, aunque quizá demasiado solitaria. 


Empujando dos puertas de cristal entre las que se acumulan unos cuantos carritos portamaletas entramos en la recepción. Es un espacio rectangular que destaca sobre todo por su olor a comida: una mezcla de sandwich, pizza y pannini algo quemado. Suelo de cerámica marrón, tonos ocres en los muebles, luces algo amarillentas. A la izquierda, hay unas cuantas butacas para esperar a los huéspedes y un par de ordenadores a modo de business center. A la derecha se extiende, sin separación alguna, un amplio espacio que hace las veces de bar, restaurante y desayunador. Una barra larga, y varias mesas con sillas de corte rustico. 

La misma chica que está terminando de atender la barra nos atiende en el mostrador. En forma de medialuna, de madera barnizada. Dos puestos de trabajo. Aunque es tarde hay que hacer el procedimiento entero. Aunque ya hemos estado otras veces en la cadena (de hecho somos Gold de su programa de fidelidad) hay que volver a pedir los datos, el DNI, la tarjeta de crédito... Nada se sale del protocolo ni del procedimiento. Al menos el trato es amable y simpático. Nos entrega la llave, y nos ofrece reservar el desayuno del día siguiente, cosa que hacemos. Antes de que nos entregue la tarjeta con la bebida de cortesía le pedimos ya una botella de agua y nos vamos hacia el ascensor, que queda unos pasos más adelante. Antes de irnos nos recuerda la clave del wifi que es gratuito y veloz en todo el edificio.

El ascensor es grande, aunque lento y oscuro. Espejos ahumados en las paredes y suelo de porcelana negra. Puertas verdes junto a un limpiador de zapatos mecánico. Al salir, llegamos a un pasillo en forma de L con moqueta entre verde y azul. Algunas macetas de flores artificiales, y paredes en blanco. Las puertas de las habitaciones y sus marcos, en un azul verdoso muy claro. Recorremos casi la totalidad del pasillo, muy iluminado, hasta llegar a nuestra habitación.

La pesada puerta se abre a una habitación tranquila y algo acalorada. Moqueta marrón oscuro algo deteriorada en el suelo. Paredes blancas en estuco. El escaso mobiliario, blanco y marrón. Algunos toques verdosos en las lámparas de las mesillas, en la lámpara que hay en una de las paredes y en un pequeño detalle del cabecero de la cama. 

No hay rendija para tener que meter la tarjeta de la habitación para conectar la luz, sino que esta se enciende directamente con el interruptor. A la derecha de la puerta, una pared curva de fibra de vidrio en color madera es la pared del baño, que ocupa una pieza entera sobreelevada, prefabricada e incrustada en el espacio de la habitación.

Allí mismo encontramos la cama, blanca con dos cómodas almohadas. Grande para ser individual, quizá algo pequeña para doble. Grueso canapé negro sobre el que descansa un colchón fino. Correcta, sin más. Vestida con un nórdico limpio y blanco que debe transpirar poco porque nos levantamos empapados en sudor. La oscuridad no se alcanza del todo y por debajo de la cortina verdosa de la ventana se cuela mucha luz, especialmente del letrero luminoso que hay en la fachada. La insonorización exterior es correcta, aunque también es cierto que el entorno, de noche, está vacío. La interior podría ser algo mejor, porque como las puertas son muy pesadas, se cierran con fuerza, y cada portazo hace casi temblar toda la estructura. 


A los pies de la cama hay un espejo estrecho y alto y junto a ella hay dos mesillas pequeñas, bastante deterioradas en color blanco. Sobre las mesillas dos lámparas, bastante feas, en tonos verdosos que ofrecen dos potencias de iluminación. Con estas luces podemos llegar a crear un cierto tono acogedor en la estancia. El aire acondicionado se maneja desde un sencillo display con rueda, que es automático. Hace bastante calor cuando llegamos y aunque le cuesta un poco bajar la temperatura al final conseguimos un clima adecuado. Su excesiva sonoridad impide que durmamos con él encendido.

A continuación de la cama, hay un armario que en forma de L ofrece una estantería para colocar una vieja televisión plana, un pequeño armario perchero sin puerta, con unas cuantas perchas negras antirrobo y con un par de baldas en las que además de ofrecerse una almohada complementaria y la bolsa de la ropa sucia encontramos una bolsa de frutos secos abierta que debió dejar olvidado el anterior huésped y que no recogió el servicio de habitaciones. El lado largo de la L, situado bajo la ventana, es una larga tabla blanca que hace las veces de mesa. Frente a ella una silla de madera, algo incómoda. La mesa se remata uniéndose con la pared del cabecero de la cama con una zona de madera almohadillada a modo de maletero. Sobre él, dos enchufes, bien ubicados para la mesa, algo alejados para las mesillas. Sobre la mesa, un teléfono, algunos folletos sobre el hotel y un detalle de bienvenida: una piruleta y una botella de agua con una nota del director. 

La ventana, de aluminio blanco, se abre limitadamente y con vistas a la fachada principal del hotel se pueden observar las obras de algunas naves comerciales que terminarán de completar el polígono en unos meses. 

El baño es un único cuerpo de fibra de vidrio blanca. Para acceder a él hay que subir un escalón (por debajo deben ir las tuberías e instalaciones). Hay un extraño olor como a "pozo". Todo da la sensación de ser de plástico. El lavabo, de color verdoso ofrece algunas muestras amarillentas como de "quemados" de cigarrillos. El grifo, de plástico, imita al metal. Un enorme espejo con una pegatina de ofertas del hotel y dos lamparas alargadas a cada lado que tienen un cierto toque amarillento, quizá del exceso de calor de las luminarias. Las amenities se ven reducidas a sendos botes anclados a la pared (del lavabo y de la ducha) con jabón. Cuando apretamos para sacar el producto, se cae una carcasa gris de plástico. Además hay varios vasos de plástico y un secador de pelo de escasa potencia. Dos toallas de bañera (una en el colgador del lavabo y la otra sobre el lavabo) y un pie de ducha componen el set de lencería. Algo justitas de tamaño y calidad y con bastante uso. Eso sí, muy limpias. 

Pegado al lavabo está el inodoro y allí mismo un rincón que acoge una ducha tras dos puertas de plástico transparente. Aunque la temperatura es adecuada, falta algo de presión y caudal, como también falta, especialmente caudal, en el grifo del lavabo. La iluminación del espacio algo fría y desde que se enciende la luz no deja de sonar un molesto extractor de humos, olores, humedad...

Por la mañana el desayuno sería completamente prescindible, de no ser porque allí cerca todavía hay pocas opciones que abran temprano. En la barra del bar se ofrece una especie de selfservice con bandeja: zumo de naranja bastante artificial (¡¡en Valencia!!), y aguas, tortilla de patata precocinada, jamón serrano, york, pavo, queso semicurado, algo de fruta cortada y en piezas, pan, croissants, napolitanas de chocolate y un bizcocho, cereales, mantequilla y mermelada y café más que correcto servido desde una máquina automática. Los amantes del riesgo también pueden probar el típico café filtrado. Todo autoservicio con tazas y cubiertos de distintos tipos, tamaños, colores... 


Tras el desayuno, en recepción pedimos la factura, y hemos de volver a dar los datos de la empresa, el cif... para que nos la entreguen. Al menos la persona que nos atiende, que es la misma que está al cargo del desayuno, lo hace de forma simpática y amable.

Calidad/precio: 6
Servicio: 5
Ambiente: 4
Habitación: 5

Baño: 4
Estado de conservación: 5

Desayuno: 4
Valoración General: 5

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