miércoles, 2 de diciembre de 2015

PARADOR DE LA GRANJA (LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO - SEGOVIA)


PARADOR DE LA GRANJA
C/ Los Infantes 3
40100 La Granja de San Ildefonso (Segovia)

Habitación: 313
Fecha de entrada: 30/11/15 
Tarifa: 

En el casco histórico de la histórica villa, Paradores ofrece uno de sus establecimientos en uno de los palacios del Real Sitio. Un edificio de cuatro alturas en tono amarillo con la techumbre de pizarra (como es típico en la zona) tras una profunda rehabilitación, acoge un establecimiento de primera categoría. La entrada se sitúa en una tranquila calle en pendiente y adoquinada, conde no resulta complicado dejar el coche para bajar el equipaje. El frío de fuera contrasta con el calor que hace en el interior una vez que las dos puertas correderas (algo ruidosas) nos dejan en la recepción.

No muy grande, con granito en el suelo, algunos muebles de madera, luces tenues indirectas y una gruesa alfombra en tonos grises verdosos. El mostrador, también pequeño deja ver toda la alargada estancia de recepción con una mesa de despacho, algunas carpetas y un ordenador. Nos reciben con una sonrisa. Damos nuestro nombre y buscan la llave asignada. Es tarde, queremos descansar y lo saben. No hay más procedimiento: bienvenido, esta es su llave, en la tercera planta, y que descanse. A ello vamos. En la funda de la llave encontramos un papel con la clave del wifi gratuito estable y veloz.

Bajo un pequeño arco cruzamos un largo corredor y accedemos a un pequeño distribuidor de cristal y acero ubicado entre las viejas paredes del palacio, por le que suben los ascensores. Modernos, luminosos, acristalados, rápidos y silenciosos. Con un cartel con los servicios de spa y masajes y una pantalla con fotos del Parador. Al salir, lo hacemos en un distribuidor parecido, y accedemos al largo corredor al que se abren las habitaciones. Pasillo alto. Paredes blancas. Algo abuhardillado, con ventanas altas en tono azul verdoso. Una gruesa y larga alfombra en verde, marrón y gris cubre el pasillo entero ahogando los ruidos de pies y maletas. 

La puerta de la habitación, en tono marrón se abre a un recibidor amplio donde encontramos a la derecha la puerta del baño, de frente una puerta poderosa que nos lleva al dormitorio, y a la izquierda dos puertas para el armario. Grande, con un montón de perchas antirrobo, una zona con cajones, la caja fuerte, lustrazapatos, calzador y la bolsa de lavandería, dos almohadas extra y dos cuadrantes, así como una manta adicional. Luz puntual y suficiente para iluminar el espacio. Suelo de porcelana en tono rojizo. Paredes blancas e interruptores de B-Ticino blancos. 

Tras la poderosa puerta accedemos al dormitorio. El espacio es colosal. Techo altísimo, paredes blancas con un zócalo bajo en marrón clarito. Destaca frente a la puerta la alta ventana, a la que se accede con una estructura de madera con unas escaleras. Las vistas son preciosas a la puerta principal aquí, y a los tejados y cúpulas del Real Sitio un poco más adelante. La insonorización exterior es colosal, aunque el pueblo de por sí ya es súmamente tranquilo. La interior quizá fuera algo mejorable, pero apenas se escuchan más allá de algún portazo de alguien que llega demasiado tarde o los interruptores de la habitación contigua. A cada lado de las escaleras de la ventana se sitúan una especie de enorme caja de caudales antigua que alberga el minibar con algunas copas y una pequeña mesa de madera con una generosa televisión de plasma. 

Entre la puerta y la ventana encontramos un largo escritorio con una butaca de trabajo, un lámpara de mesa, enchufes para el portátil y para la conexión con cable a internet, un cuadro con motivos hípicos, un libro y una carpeta con folletos del hotel.  

A la derecha de la puerta, un espejo de cuerpo entero bajo el que se sitúa un maletero de tijera. A su lado un comodísimo sofá orejero con una lámpara de lectura a su lado.

La cama es de madera clara, con dosel recubierto por visillos blancos, muy impactante. Francamente cómoda, muy espaciosa para ser individual, algo justa para ser doble, aparece vestida en blanco con un suave nórdico, dos almohadas, dos cojines en tonos marrones y un plaid a los pies a juego. Bajo la cama y ocupando un espacio generoso a cada uno de sus lados, una tupida alfombra en color gris verdoso. A cada lado de la cama, las mesillas son dos baúles antiguos. En una de ellas el teléfono, un block de notas y un bolígrafo del hotel. Sobre ambas, interruptores para apagar todas las luces del dormitorio y un enchufe a cada lado para los gadets electrónicos. Los portillos de madera de la ventana hacen que la oscuridad se alcance por completo y el descanso se consiga fácilmente. 

El aire acondicionado funciona desde un display digital de sencillo manejo. La función "auto" funciona perfectamente caldeando la habitación a la temperatura que estimemos necesaria. Resulta algo ruidoso para dormir con él encendido.  

El baño es igualmente generoso en espacio y luz, que contrasta con la negra pizarra, muy agradable a los pies, del suelo. Las paredes en baldosa blanca. A la derecha de la puerta una enorme encimera de cristal con un único lavabo (¡cabrían hasta 3!) cuyo grifo queda demasiado cerca de la pared de la vasija, que también es de cristal. Se presentan sobre una bandeja las amenities: champú, gel, acondicionador y crema hidratante además de un peine, un gorro de ducha y una pastilla de jabón, todas ellas "decoradas" en tonos azules verdosos y de excelente factura. Sobre la encimera un colosal espejo. Un espejo de aumento y un toallero completan el mobiliario. 

La ducha se presenta en una cabina de cristal, amplia. La puerta no cierra bien y el agua se escapa por la rendija dejando el suelo encharcado. La temperatura es adecuada pero le falta algo de presión y caudal. Una cabina de ducha necesita algo más "potente". Quizá la lencería resulte un poco escasa: un pie de ducha, una toalla de ducha y otra de lavabo: generosamente grandes y suaves. 

Tras una puerta de cristal corredera y con pizarra también en las paredes encontramos el inodoro y el bidet, de cerámica blanca. El mando de descarga de la cisterna, situado en la pared, está suelto en uno de sus extremos, pero realiza su función correctamente. 

Por la mañana el desayuno se sirve en un estrecho y largo comedor que se forma con uno de los patios del edificio. El surtido es amplio con platos calientes (huevos, bacon, migas, tortillas, verduras asadas...), fiambres (jamón, lomo, chorizo, pavo...), quesos, patés, salmón, diversidad de panes y bollería y zumos variados. El café es servido individualmente en jarras de plata. De ese líquido oscuro negro algo mejorable.

Al salir, en el mostrador de recepción todo veloz: pregunta por el minibar, despedida y hasta la próxima. Correcto sin más. 

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Habitación: 9 
Baño: 8
Estado de Conservación: 8
Valoración General: 8.5

No hay comentarios: