lunes, 30 de marzo de 2015

HESPERIA TOWER (BARCELONA)

HESPERIA TOWER (*****)
Gran Vía 144
08907 L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

Habitación: 1311
Fecha de entrada: 09/03/2015
Tarifa: 

A medio camino entre el aeropuerto y la ciudad, rodeado de dos hospitales gigantescos, de las rondas de acceso a la ciudad y de algunas zonas aún no urbanizadas, Hesperia gestiona como hotel una gigantesca torre que se ha convertido casi en una seña de identidad más de la Ciudad Condal. Un edificio exento, estilizado, con 21 plantas jalonadas de ventanas, acero y cristal, recorrido en su lateral por ascensores panorámicos y rematado con una peculiar cúpula que en su momento albergó uno de los restaurantes del malogrado Santi Santamaría. 

Un puentecito cubierto con un tejadillo sobre una fuente nos conduce a la recepción tras atravesar una gran puerta automática de cristal. El espacio es imponente: Los contrafuertes rojos del edificio asetean la zona creando espacios para la cafetería, el bar, la recepción, la zona de ascensores. Todo, techo incluido, en cristal, lo que aumenta la sensación de luminosidad y contrasta con el mármol negro brillantísimo del suelo. 

El largo mostrador de recepción queda a nuestra izquierda. Cinco personas se disponen a atendernos con una sonrisa. El procedimiento es igual de lento y burocrático de siempre. pero al menos con una sonrisa. 

A la derecha encontramos la zona de los ascensores. Igualmente amplia y luminosa. Un par de totems nos invitan a indicar en una pantalla a qué piso queremos subir. Y la misma pantalla nos devuelve el ascensor que hemos de coger. Enormes, con cristal al exterior, enmoquetados y que escalan rápida y silenciosamente hasta la planta de nuestra habitación. Al salir del ascensor se repite el mármol negro en el suelo. Las ventanas que dan a la escalera de incendios iluminan naturalmente el espacio ofreciendo vistas hacia el centro de la ciudad.

Desde ese recibidor, un pasillo enmoquetado en color marrón claro con paredes en el mismo color alternado con la madera rojiza de puertas y marcos nos conduce hacia las habitaciones. El número de la habitación aparece en un cartel de metacrilato con el logotipo del hotel (su figura estilizada) junto a las puertas, y con un interruptor plateado para el timbre. 

Tras la pesada puerta volvemos al mármol negro en suelo y paredes. Abrimos la puerta directamente sobre el baño en este caso convertido en un brillante espacio negro, fenomenalmente iluminado, que acoge un enorme espejo bajo el que se presentan dos lavabos con grifería moderna incrustados en una poderosa encimera de mármol negro y sobre un armario en el mismo color rojizo de la puerta. Frente al lavabo un vestidor que ofrece distintos tipos de colgantes (largos, cortos), cajones, armaritos, una caja fuerte y un espejo de cuerpo entero que hace las veces de puerta corredera. A la izquierda del todo dos puertas de cristal oscuro con el interior iluminado presentan el inodoro y una fenomenal cabina de ducha. 

A continuación del baño, una puerta de cristal nos comunica con el dormitorio. La moqueta marrón clara vuelve al suelo. Paredes en ocre, cama blanca rematada con un elegante cabecero en piel. Un larguísimo escritorio, con cajonera, alberga el minibar en un lado y una serie de snacks en el otro. Enchufes para trabajar con el wifi gratuito y veloz que se ofrece y una cómoda silla en la misma piel del cabecero. Delante, colgando de la pared un enorme plasma y en un rincón de la mesa una radio digital que sirve como cargador de algunos móviles. 

Delante de la ventana hay un bonito y cómodo sofá en terciopelo morado que contrasta con el resto de la habitación y le da un toque elegante. Limpísimo. A su lado una mesa de centro baja y un armario con estanterías donde se ofrecen revistas, algunos folletos e información sobre el hotel. Y justo detrás toda la pared de cristal con impresionantes vistas hasta el mar. 

La cama es deliciosa. Sus sábanas blancas, con un agradable dibujo de cuadritos, son frescas y envolventes. La manta y la colcha ligeras. Las almohadas comodísimas. Junto a la cama dos mesillas grandes, en el color marrón rojizo que ya es costumbre en el hotel sostienen dos enormes lámparas de noche que dan suficiente luz para la lectura tras sus pantallas moradas. Enchufes para los aparatos eléctricos y un montón de interruptores que nos permiten jugar con distintos formatos de luz, incluido el apagado total. Dos interruptores más permiten correr de forma un poco "brusca" las cortinas del enorme ventanal. El sol de la ciudad puede con el foscurit y por la mañana entra algo de luz en la estancia por los extremos de la ventana. 

La insonorización exterior es brutal, así como la interior. No se escucha nada del pasillo ni de las habitaciones contiguas. Nada. Por esta parte, y por la comodidad de la cama el descanso está garantizado. 

Sólo un pero a la habitación: no hay un espacio para dejar la maleta abierta. El clásico maletero, lo que nos obliga a deshacer toda la maleta en el armario (hay espacio y perchas de sobra) y dejarla recogida dentro del armario en una zona habilitada para ello. 

En el baño las instalaciones funcionan a la perfección. El espejo está bien iluminado, aunque también se ofrece un espejo de aumento retroiluminado. Quizá el surtido de amenities sea un poco escaso: gel, champú, acondicionador, crema hidratante y pastilla de jabón. Además en el armario hay un lustrazapatos de NH con el logo antiguo. Por separado el inodoro. Y junto a él tras otra puerta una enorme cabina de ducha en la que continúa el mármol negro. Cálidamente iluminada en su interior alberga una columna de hidromasaje. Chorritos por todo el cuerpo, una ducha de teléfono y arriba una enorme alcachofa de efecto lluvia. La temperatura es envidiable pero le falta un puntito de caudal y de presión.

El equipo de lencería es apabullante, todo ello bordado con el logotipo del hotel. Nuevo, limpio, de grandes dimensiones: dos albornoces, dos toallas de lavabo y dos de baño, además de una enorme alfombrilla doble que puede ocupar toda la zona de lavabos.

El desayuno en la mañana es contundente. Pocas cosas hay que podamos echar en falta. Platos fríos y calientes, fiambres, embutidos, quesos, verduras, ensaladas, fruta cortada, varios tipos de mermelada, croisants crujientes recién hechos, varios tipos de pan, gelatinas, flanes y postres lácteos, tartas y pasteles, tortitas, siropes... Además todo ello atendido por un equipo de amables camareras que sirven directamente una y otra vez el zumo de naranja natural y los cafés que se soliciten.

En la despedida, frente al mostrador todo tipo de preguntas sobre nuestro descanso: el ruido, la cama, la luz, el baño, el sueño... Llega incluso a sorprender por lo inusual. Luego factura, interés por nuestro viaje y despedida. Impresionante.   

Calidad/precio: 
Servicio: 10
Habitación: 10
Baño: 9.5
Estado conservación: 9.5
Valoración general: 9.5

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