lunes, 6 de febrero de 2017

POUSADA DE PORTOMARÍN (PORTOMARÍN - LUGO)

POUSADA DE PORTOMARÍN (***)
Avda de Sarria 

27170 Portomarín (Lugo)

Habitación: 115

Fecha de entrada: 10/11/2016
Tarifa: 66 A+D

Hace años que el establecimiento perdió su bandera de Parador Nacional, y con ello el brillo y esplendor típico de la cadena, pero tanto su estructura, como sus habitaciones recuerdan bastante aquella época. Situado al final de la jacobea villa, reconstruida por completo a finales de los años 50 cuando un pantano ocupó su antigua ubicación. Un edificio de dos plantas, en piedra y con balconadas blancas de aluminio nos recibe tras un pórtico en una zona de aparcamiento de coches, vacío, y lleno de hojas de árboles.  Un techo con algunas jardineras y un par de elegantes lámparas nos sitúa en la puerta de madera del establecimiento.

Tras ella un mínimo recibidor en el que hay un armario con espejo y enganches para dejar paraguas, o bordones, porque ambos son compañeros inseparables de los huéspedes de esa zona. Una puerta más, de madera clara y cristales nos deja en la recepción. Grande. Fría. Suelo de mármol claro. Tristemente iluminada. Algo caduca y desangelada. A la derecha, la puerta de la cafetería en la que suenan con fuerza los gritos de alguna tertulia vespertina. Justo enfrente las escaleras, con una bella estatua de Santiago, el ascensor junto al que hay un carro portaequipajes. A la izquierda y frente a una mesa y sillas de madera de estilo castellano un largo mostrador de recepción. 

Tras el mostrador un enorme espacio con varias mesas de trabajo. Sobre el mostrador, varios folletos de negocios de la zona (masajes, geles...), el sello típico para plasmar en la credencial de peregrinos, algunos periódicos... Nos atiende una simpática joven. Muy servicial, eficaz y amable. Nos entrega directamente las llaves y negociamos con ella poder tomar un desayuno temprano. Ella misma se ofrece a servírnoslo media hora antes de la establecida en el hotel (8.00). Nos explica que el wifi es gratuito, sin clave y funciona con velocidad en todo el edificio. 

Subimos por la escalera. Esta termina en un amplio recibidor, junto al ascensor. A derecha e izquierda se abre el pasillo de las habitaciones. Madera brillante en el suelo protegido por una estrecha alfombra en tonos pastel azul y rosado que amortigua el ruido de pasos y ruedas de maleta. Un extractor de aire molesta con su ruido. Paredes en blanco. Puertas en madera clara brillante. Luces algo amarillentas. 

En el pomo de la puerta, nuevo, dorado, brillante introducimos la tarjeta y accedemos a un pequeño espacio. Suelo de parquet brillante bien conservado, con una línea oscura alrededor de toda la estancia. Paredes en blanco. Mucha luz (artificial). A la izquierda, otra puerta nos llevará al dormitorio; a la derecha, un armario de tres puertas: colgador con tres perchas, cajoneras, la bolsa de la lavandería, una manta extra y un cuadrante de almohada. 

La puerta de la izquierda se abre al dormitorio. Grande. Generoso. Paredes blancas con escasas manchas. Frente a la puerta, las dos camas, vestidas con colchas azules algo horteras. Cabeceros de barrotes en madera oscura. Sobre ellos un par de cuadros. Las camas son cómodas sin más. Quizá los colchones algo blandos. O muy usados ya. Limpias. Vestidas con suaves sábanas y una gruesa manta. A ambos lados, mesillas de la misma madera que el cabecero. Sobre ellas dos lámparas de pantalla ancladas a la pared, algo escasas para la lectura. En las mesillas hay interruptores, que no apagan todas las luces, y enchufes. Sobre una de ellas, además un teléfono con un bloc de notas y un bolígrafo con el logo del hotel y almohadilla para usarlo en el smartphone. Un viejo display para el hilo musical que no funciona. No hay aire acondicionado. A los pies de la cama, sendas alfombras en tonos pastel azul y rosa. 

En el espacio que hay hasta la pared de la derecha al fondo, hay dos butacas algo desgastadas, pero cómodas y una mesa de centro.  Al la derecha de la puerta un maletero tapizado en tela de cachemire y con la pared protegida con madera de rejilla. A continuación la puerta del baño y luego un incómodo escritorio. Por un lado la silla se ha sustituido por un banco sin respaldo incómodo para trabajar, y por otro lado, aparece completamente ocupado por una televisión de plasma, una bandeja de plástico con dos vasos, los precios del minibar y una lámpara de pie con pantalla y escasa potencia de iluminación para trabajar. No hay enchufes cerca. Bajo la mesa, hay un pequeño armarito con un minibar de espléndido surtido. Sobre ella, un espejo 

Aunque junto al balcón hay un radiador, este no funciona y se ha sustituido por un radiador eléctrico situado junto a la puerta del baño. Suficiente para calentar la estancia. 

El balcón es de aluminio nuevo blanco, aunque la manivela está rota. Pesados cortinones con foscurit lo protegen, pero una de los lados de la cortina está enganchado y no se puede abrir. Vistas a las banderas que hay junto a la puerta principal, y allí adelante a los montes de la ciudad. La ubicación del hotel hace que su exterior sea súmamente tranquilo por lo que el descanso es confortable, aunque la insonorización interior pueda ser algo mejorable. Es necesario acordarse de apagar bien el televisor, porque la luz azul que emite estando en standby puede molestar durante la noche.

El baño es amplio. Frío, si no dejamos que el calor del radiador eléctrico entre también en él. Un poco caduco, especialmente por el color marrón chocolate de los sanitarios. Suelo de mármol bastante machacado (manchas...) por el uso. Una especie de sifón metálico en el centro del suelo que falta por ajusta y se mueve si uno lo pisa.  Enorme encimera de mármol con dos lavabos con antiguas griferias monomando. Sobre ella un gigantesco espejo iluminado en su marco de mármol marrón más oscuro. Un enorme, antiguo y poco potente secador de pelo anclado a la pared sobre uno de los toalleros.  Bajo la encimera una banqueta y una papelera.

A la derecha la bañera con cortina y una ducha rematada en teléfono de plástico pero brutal presión y temperatura, justo lo que busca y necesita el peregrino. Un bote de gel y champú, de buena calidad, anclado a la pared. Algo roñoso todo. A la izquierda, taza y bidet junto a una ventana con cortina que da también a la puerta principal.

En el centro de la encimera, en una cesta de mimbre se ofrece un variado set de amenities de estética medieval (gamuza de zapatos, gorro de ducha, pastilla de jabón, set de costura...). La lencería se compone de dos toallas de lavabo, dos de baño (algo pequeñas) y una alfombrilla para la ducha. Todo de buena calidad pero algo antiguas ya y en algunos puntos deshilachadas. 

Por la mañana, en una fría cafetería de luz blanca, nos han preparado un potente desayuno -fuera de hora- con café expreso, zumo de naranja, pan recién hecho, bollería industrial, embutidos y quesos de la zona, tostadas, mantequilla, mermelada...

Tras el mostrador de recepción, se interesan por el descanso, nos cobran y nos desean buen Camino.

Calidad/precio: 7
Servicio: 8
Ambiente: 7
Habitación: 6.5

Baño: 6
Estado de conservación: 5

Desayuno: 7
Valoración General: 7

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